Camellia sinensis, la planta de té chino, se ha cultivado durante miles de años en los subtrópicos de Yunnan, considerado por muchos como el lugar de nacimiento de la bebida antigua. El té es muchas cosas aquí: estimulante, medicina, ocupación y pieza central de la ceremonia cotidiana
El té conocido como pu-erh es particularmente apreciado, lo suficiente como para que el gobierno restrinja el etiquetado basado en el lugar de origen, al igual que los franceses con Champagne. Hecho del varietal assamica de hojas grandes y cosechado por los Bulang y otras minorías étnicas, el pu-erh es distintivo por la forma en que se oscurece y madura con la edad. Hay una manera lenta y rápida de efectuar esta transformación. El método tradicional, «crudo», es presionar las hojas en tortas y dejarlas secar al sol. Los comerciantes ingeniosos han descubierto » en las últimas décadas como elaborar el pu-erh listo para consumirse, obtenido mediante un atajo en la fermentación.
Los cultivadores del té toman las brumosas colinas para recoger las hojas de assamica como lo han hecho durante siglos, cortándolas una, dos o tres a la vez y amontonadas en bolsas o cestas de mimbre que llevan colgadas del pecho. Los cosechadores luego arrojan las hojas en un wok gigante y las fríen. Las exprimen, para eliminar la humedad restante, y los dejan secar en los estantes y sartenes de ratán. Las hojas marchitas se presionan mediante ladrillos aunque este proceso se puede hacer con una máquina.
La clasificación del té como un producto de prestigio requiere que muchas de las antiguas técnicas de recolectar a mano permanezcan en la actualidad. Pocos grupos minoritarios en China han podido preservar sus medios de vida tradicionales con tanto éxito. La salud de esta gente y la salud de su árboles de té están vinculadas y así seguirá mientras continúen las generaciones.
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