Érase una vez en un lugar remoto del Tibet, donde apenas llegan los extranjeros llamado el Valle del Mustang.
Un lugar donde parece que el tiempo se haya detenido, un lugar que ha permanecido encerrado en sí mismo durante siglos y que ha estado protegido por el Annapurna y el Nilgiri.
El valle lo vemos incluso mucho antes de llegar, desde la ventanilla del avión ya nos damos cuenta de la inmensidad del lugar y de lo que nos espera.
El Mustang es ese gran trozo del Tíbet en Nepal encajado como una pieza de puzzle. Antiguamente se le conocía como Lo y durante el imperio tibetano liderado por Sontsengampo, se convirtió durante muchos años en paso obligatorio para las caravanas que iban del Tíbet al Nepal. Todo el dinero que el comercio les proporcionó lo dedicaron a levantar templos budistas en lo que hoy parecen lugares totalmente inaccesibles.
Gracias a su orografía y a su ubicación entre medio de montañas, el Mustang disfruta de un microclima donde apenas llueve y, aunque parezca mentira, se ha convertido en un gran desierto a 4000 metros de altura. En esta árida zona no hay que dejar de visitar la ciudad de Lo Manthang, la antigua capital del reino perdido, totalmente amurallada y donde existen numerosos monasterios de piedra roja. Una ciudad donde contemplar pagodas, tankas y gigantes estatuas de diferentes deidades entre las cuales está la de Buda, la más grande de todo Nepal.
Uno de los platos fuertes del valle es Kagbeni, en el alto Mustang, una área restringida donde se encuentra lo más auténtico del viaje. El lugar donde observar tres picos de más de 7000 metros . Aqui se observan las banderas de rezos, que ondean sus colores al viento en medio de la meseta tibetana. Aquí uno se da cuenta de que está en la tierra de Buda.
Si queréis leer sobre el Mustang, existe un libro de Michel Peissel que nos habla sobre el valle y que fue la primera persona occidental a la que se le concedió un permiso especial para pasar una larga estancia allí. Fue de dos meses …
Esos meses en Mustang, le sirvieron para profundizar en la cultura y escribir esta completa tesis que le llevó directamente a ser portada de National Geographic en 1965, y a publicar uno de sus best sellers cuatro años después: Mustang, reino prohibido del Himalaya. Una lectura imprescindible para aquellos que, al igual que el propio Peissel en su niñez, siguen soñando con descubrir territorios perdidos y sumergirse en otras culturas.
⇒ Más info sobre nuestro viaje fotográfico al Valle del Mustang
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